Santa María de Aciveiro - FORCAREI

El Monasterio de Aciveiro es el monumento más representativo de Forcarei y de Terra de Montes. Llevó a esta zona a un enorme apogeo demográfico, cultural y económico. Era considerado entre los 7 primeros Monasterios de los 38 que existían en la Diócesis de Compostela y sus piedras son las decanas de todos los edificios de la zona.

El Monasterio, como reza en la pared sur de la iglesia cenobial, fue fundado el 4 de febrero de 1.135. Frente a la gran explanada y haciendo ángulo recto con la fachada de la iglesia, se inicia el Monasterio, muros bien construidos de sillería labrada, de diferentes épocas, la parte baja apenas tiene ventanales, sólo pequeños tragaluces. Aquí se encuentra un hermoso pórtico de acceso, abovedado. En la parte alta ventanales correspondientes a apartamentos y celdas.

En el centro sobre el arco porticado, hermosa balconada de hierro fundido en las forjas del Monasterio; apoya sobre fuertes ménsulas. Traspuesto el umbral abovedado nos hallamos en el 1º de los dos claustros, gran pieza rectangular que se dedicaba a la recepción de frutos, era de majar, ganado lanar y cabrío, etc. A la derecha, se hallaban las cuadras, gallineros, vivienda de pastores, etc. Al frente una hermosa fuente terminada el año 1.802 A la izquierda se halla el paso a las dependencias monásquicas más interiores.

El paso se hace por un tramo abovedado de 5 metros de longitud, bóveda de medio cañón desemboca en una pieza rectangular en la que se hallaban las escaleras principales de subida a los departamentos altos del cenobio, pasillos, dormitorios, salas de lectura, aseo, etc. Se franquea además por 2 puertas, una para el claustro bajo y la otra a otros departamentos, es el salón rectangular con un solo ventanal que era comedor de peregrinos, hospedería. De aquí, por un pasillo se entra a otra dependencia de buena amplitud, rectangular, destinada a despensa, desahogo de la cocina y patio de entrada a la misma.

La cocina: la dependencia más conservada y más hermosa, junto con la caballeriza del convento. Es rectangular, de dos ventanales, con todos los servicios necesarios: agua corriente, alacenas, torno de comunicación con el refectorio, monumental chimenea con amplio y cómodo lar. La chimenea y pesada campana es sostenida por fuertes columnas. Toda la dependencia se cubre de bóveda. Se acabó en el año 1.801.

Es el más bello conjunto de la casa, admirado por los que visitan el cenobio.

Refectorio: A continuación de la cocina. Regulares dimensiones. Está sin bóveda, se acabó en el año 1.802. Caballerizas: Al lado del refectorio. magnifica la pieza, cubierta de bóveda de medio cañón. Piso empedrado vertiendo por medio de canales hacia el centro con ocho comederos de piedra. Por una pequeña puerta abovedada se pasa a una sala cuadrangular, con dos puertas de entrada y tragaluz, depósito de piensos, cuarto de aseo, pues tanto por ésta como por la caballeriza corre el agua por conducciones de piedra. Por una de las entradas salimos al corredor. A este pasillo dan cuatro altas arcadas que franquean el gran salón, que creemos es o fue la sala capitular, en su parte baja, y la biblioteca-archivo la superior, obra del siglo XVI. Dan luz a esta pieza siete ventanales, 3 puertas de acceso al claustro, el cuarto de aseo y la que nos comunica con el que quiso ser el tercer gran claustro, hoy una de las huertas Al fondo de este patio se hallan los hornos. Hoy aún existen dos, así como los depósitos de leña, cuadras para el ganado vacuno, graneros, paneras, etc.

Siguiendo el recorrido volvemos al pasillo del claustro bajo. A la derecha encontramos una magnífica portada románica, hoy muy deteriorada. Siguiendo el pasillo del claustro de las procesiones encontramos la puerta de la sacristía. Siguiendo el muro sur de la iglesia se ven los modernos contrafuertes y muros del templo hecho en 1.750 Claustro de procesiones: el mejor conservado, forma cuadrangular, de no muy grandes dimensiones, cerrado por muros de sillería labrada, con pilastras cuadrangulares adosadas a los muros. A su alrededor corre una sencilla imposta que señala la planta, rematando todo el conjunto en una cornisa de líneas clásicas con gárgolas en los ángulos. En cada vano se abren sendos ventanales. Los canteros se cuidaron de dejarnos las fechas de su remate.

 El lado sur data de 1.760, el lado oeste de 1.769; obra del Maestro Juan de La Fuente, vecino de Aciveiro. Si el visitante quisiera identificarse plenamente con el espíritu de los moradores del cenobio debe visitar las ruinas de San Benito, en la cima del Candán. Allí llegará siguiendo el curso del incipiente Lérez. Se encuentran a una hora de camino. En la actualidad sólo se aprecian los muros, han desaparecido imagen e inscripción. En el recorrido verá el visitante los molinos, pequeños embalses para la cría de truchas; aquellas magníficas truchas que tanto alabó el Padre Sarmiento.


fuente: turismo.gal